Confesión: Distancia
Tal vez nunca tenga una relación amistosa con el océano Atlántico, tal vez pase mi vida entera siendo lo que me separa brutalmente de alguien... los más de 9000 kilómetros que me separan de Europa siempre me resultaran dolorosos.
No es que la distancia este mal en si, existen muchas
buenas pruebas de que la distancia no merma el cariño, no causa el olvido. Sin
embargo, no puedo evitar que se me encoja el corazón al pensar en el Atlántico
poniendo distancia con el otro lado del mundo.
Es como cuando Aurelio se va, que yo sé que así es él,
que no me quiere menos al irse, que siempre vuelve, pero una ves que sé que se
ha ido siento un hueco dentro... Como si algo estuviera mal, como si el mundo
fuera un poco más grande, lejano y aterrador.
Pensé que al irme yo iba a entender, pensé que al marcharme
a España, estando yo lejos, iba a ganar perspectiva, y no es que no lo haya
hecho, al contrario, la distancia me hizo apreciar más, de cierto modo, pero no
cambió todo.
Alguien dijo una vez: “La distancia no es cuando nos
alejamos, sino cuando no volvemos” y creo que ahí es donde esta el meollo de
todo eso, ¿qué pasa si te vas y ya no vuelves?, ¿qué pasa si en otro lado hay
mejor y ya no quieres volver?... Tal vez es la perspectiva de perder a alguien,
¿cómo sé si esta no es la última vez que te veo? Es complicado lidiar con
eso... y tal vez también tenga que ver con el silencio, con mi propio silencio.
Nunca le he pedido a alguien que se quede, nunca he
suplicado a alguien que no se vaya, y tengo tan marcado eso que incluso lo puse
en el libro, incluso le di a mi personaje las palabras que yo nunca me he
atrevido a pronunciar... Yo no suplico, pero quisiera hacerlo, porque la
perspectiva de poner tanta distancia con alguien a quien se quiere mucho es
abrumadora.
A lo mejor algún día junto valor y digo “no te vayas”
y a lo mejor no cambia nada pero abro el corazón y lo digo, no lo sé realmente...
y no significa que realmente quiera impedir que alguien se vaya, porque
entiendo mejor que nadie cuando es necesario y sano marcharse, significaba más
bien un modo de decir “ te quiero tanto y te voy a echar tanto de
menos que duele; por favor vuelve”
Lo único que puedo cuestionarme realmente ahora es,
quien fue la persona que se marchó de mi vida para ya nunca volver y que es en
parte responsable de que yo sienta tan fuerte la distancia.
Por si nunca junto el valor suficiente, dejo esto
escrito: “Te quiero tanto... no te vayas”
Comentarios
Publicar un comentario