Algo atorado
Hay un montón de cosas que me llevaron a
escribir esto, como si en una larga lista de circunstancias fuera viniendo
implícitamente algo más... algo que me llevaba a esto, a recordar pedazos de mi
propia historia. Tal vez todo empezó justamente en la clase de Lorena, con esos
hilos que queremos desmadejar en nosotros, tal vez siguió por que me
“friendzonearon” de nuevo, o por la conversación aquel día que María fue al
Colmex... y tal vez culmina con la última conversación rara con Aurelio. Lo que
sea. El asunto es que finalmente sucedió, tenía este tema atorado, y era
necesario escribirlo.
El amor... siempre he dicho que no es mi área,
que es algo así como mi tema en donde no me va. Fatal. Poco creíble para
algunos. Pero es lo que es. Y ahora, como dice Lorena, es necesario jalar ese
hilo y desmadejarlo. Mejor así... Más seguro ya decir las cosas.
Yo he dicho, aunque a muy pocas personas, que
la verdad yo tuve el peor primer novio del mundo, y lo admita o no eso me
fastidio mucho los amores que vinieron. Eso me ha hecho tomar muchas decisiones
que cambian todo... Tal vez es contradictorio porque a menudo planteo, o pongo
en algunas cosas que escribo, que los demás no son los que deben definirnos...
incluso viene implícito en los discursos dichos a tantas amigas cuando han
tenido el corazón roto “ese idiota no define para nada quien eres”. La realidad
creo que si no lo saco, seguiré siendo contradictoria con eso mucho tiempo,
persiguiendo amores cada vez más imposibles para asegurarme que lo que me pasó,
como se sintió, vuelva a suceder.
Yo fui victima de todas las historias de amor
que vinieron antes de mi, de todas las fantasías peliculescas, de todas las
amigas cursis que me contaron sus historias y, peor, de todas las canciones pop
que se escribieron en los 90’s y que yo me trague como dulces a causa de tantas
primas y amigas... Tal vez por eso deje que pasará lo que pasó. Me creí que el
amor tiene que ser así, porque no me explicó nadie, me creí que si duele esta
bien, y que tenía que ser difícil y que tienes que querer a alguien
incondicionalmente, que mi primer amor tenía que ser... como canción pop. Tan
“te quiero tanto que duele”... y la trampa esta en que nada debería doler así.
Tal vez esta mal empezar diciendo que fue mi
primer amor, tal vez es darle demasiado crédito a un sujeto por él que, a la
distancia, no sé ni que sentía, a un sujeto que me lastimó tanto que iba a
cambiar incluso el modo en que me veía a mi misma. (Aclaremos, nunca me puso un
dedo encima, para todos aquellos que creen que es el peor modo de lastimar,
físicamente, no lo hizo, pero fue peor, porque me hizo tanto daño que creí que
tenía que herirme físicamente también). El punto, es que llamarlo “primer amor”
es darle un nombre que no le corresponde, es darle demasiado crédito a un
sujeto que no tuvo la osadía para reconocer que era gay, pero si la tuvo para
amarrarme a mí como su disfraz, para usarme, para jurarme que en los
intermedios seguíamos siendo amigos aunque no me trataba como amiga jamás, para
tirarme a un lado cuando se le daba la gana y pasearse conmigo cuando lo
necesitaba, para creer que tenía derecho a fingir que se ponía celoso, para
enojarse y creer que podía definir a quien podía o no hablarme, para despreciar
a mis amigas y juzgarme siempre partiendo de eso, para obligarme a mentir por
él... para hacerme sentir que yo estaba vacía al final, que sólo había sido un
disfraz, que no merecía ser algo mejor. Ahora me niego a llamar “primer amor” a
ese sujeto.
Ya esta dicho. Él es mi algo atorado. Él y los
amores inconcretos que vinieron después porque ya no volví a sentirme la misma.
Él y lo que tarde en recuperar mi amor propio después de esos meses. Es mi algo
atorado. Mi hilo por donde puedo empezar a desmadejar. Uno de mis múltiples
puntos sensibles.
Me niego a aceptar que eso me defina, pero tal
vez tiene que se así, lo bueno y lo malo y lo que no encaja en ninguna de esas
etiquetas. Extrañar y odiar y el punto que no es ninguno de esos sentimientos.
Lo que esta atorado no siempre tiene del todo sentido... Lo que sí sé es que
después de eso no pude volver a ser capaz de ser la novia de nadie, no pude
sentirme capaz de gustarle sinceramente a alguien y que me gustará de vuelta.
Al principio tal vez simplemente porque estaba muy herida, muy llena de cicatrices,
sobre todo no visibles pero también visibles. Después tal vez porque mi
instinto y yo no sabíamos dónde estábamos parados emocionalmente... Y al final,
ya es más costumbre que otra cosa.
Costumbre de perseguir amores “emocionalmente
inalcanzables”, de suspirar durante mucho tiempo por el mismo sujeto que ya me
mandó a la Friend Zone, de no atreverme a cruzar la línea, de susurrar en voz
temblorosa “es que tú me gustas” porque en el fondo de antemano ya sé como será
la cosa. A veces los amores platónicos son más seguros, a veces son como la
canción de Julieta Venegas y hacen que todo sea mejor imaginado... Costumbre
que me llevó a besarme con mi amigo, consciente de que tenía novia en ese
momento, porque pensé que eso era lo mejor que podía tener. Que era lo mejor
que iba a tener de él, aunque fantaseara más en mi cabeza.
Costumbre de atragantarme con mis palabras y
creerme que estoy mejor sola, y mejor así porque duele menos, porque no me
harán eso de nuevo, porque si me encariño románticamente a alguien de nuevo
corro el riesgo de volver a salir así de mal... pretextos... pretextos...
secretos... nudos atorados que nos asfixian, que me asfixian, que hacen que me
atragante mis palabras y me ponen sensible y me llevan a suspirar por un amigo,
intelectualmente muy inteligente, pero mayor que yo, con novia, que sigue
insistiendo que yo soy “una de sus mejores amigas en el mundo”.
¿Por qué contar esto?... Por qué estoy cansado
de tener atorado todo en la garganta, porque me sirve para decir que, pesé al
estúpido sujeto que me metió en la cabeza que el amor y yo nunca nos
entenderíamos, yo amo profundamente, yo busco amar todo el tiempo y a las
personas que quiero las quiero como nadie más lo hará. Que él no me definió,
aunque si me cambió, que me lastimó tan dentro que creí que no merecía que
alguien más me quisiera, pero que al final lo perdoné y me perdoné... Escribo
para desenredarlo a él de mi madeja de nudos y para empezar a desmadejar a esos
otros amores platónicos a los que no me acerqué más o a los que si me acerqué
consiente de que al final ellos iban a alejarme.
Y tal vez de verdad esta vez le diré a mi amigo
que estoy enamorada de él y que sólo se lo quiero decir para ser honesta porque
no espero ya nada más, sin resignación ni autocompasión, porque lo quiero así...
y tal vez un día se lo cuente a Aurelio (por que a él le cuento todo), o tal vez no pero pueda decirle que
aprendí que los amores más sinceros, más importantes, que más valen en mi vida,
son aquellos que pasan sobre eso, que me hacen sentir que merezco todo ese
amor, que son como el cariño de él, y que eso me hace sentir agradecida y me
hace pasar pagina a todo lo que creí que no merecía.
Escribo, cuento esto, como otro exorcismo.
Porque tal vez sólo mi mejor amigo lea esto, o tal vez no... pero sé que
alguien leerá mis palabras y será un testigo mudo de algo que se libera. Porque
esta confesión lleva mucho tiempo esperando a ser liberada. Porque puedo
empezar a contar mi historia desde aquí y ya no me siento mal por ello.
Hola mi querida Nashielli... En primer lugar, te felicito por la valentía de dejarte ir con esta hebra que duele tanto. Aunque comprendo que escribes como exorcismo, te invito a contar esta historia como un relato, alejándote de la protagonista (un poco, nada más), para contarnos esta experiencia tan fuerte y tan llena de emociones. Las cerezas están ahí, todo está ahí. Es un excelente principio y como tú misma dices: por supuesto que te define, pero sólo te define en una sola línea narrativa, no en todas las que tienes. Más al respecto en el video de esta semana. :-) Gracias por compartir.
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