No te escribo para despedirme

No eres de esas personas que recuerdo el día que conocí, porque tengo memoria de que siempre estuviste ahí, tampoco recuerdo la primera vez que hablamos, aunque me parece que al final era lo más común y necesario de la vida... No puedo decir que es lo más genial que compartí contigo, porque me parece que fueron muchas cosas (aunque a ratos también pocas), no sé que hice para merecer tu cariño, como tampoco podría asegurar cuando entendí que te habías ganado el mío incondicional... No recuerdo muchos primeros días o momentos, aunque recuerdo otros, recuerdo risas, abrazos, camerinos, escenas, rosas, canciones, besos de maquillaje negro, anécdotas, aunque la mayoría no sean los primeros.... Recuerdo el último día que nos vimos y también el último que hablamos, aunque me molesta esa precisión, me molesta esa palabra "último". 

Recuerdo la última conversación, aunque no fuera una especialmente feliz, aunque me contarás algo que me dejo un tanto preocupada por ti, aunque se quedara con una promesa que ya no se cumplió... Pero también recuerdo escucharte y reír y pensar en cosas buenas. Y creer que todo estaría bien, que siempre estaría bien.

No te escribo porque me despida, porque soy incapaz de eso, porque me abruma todavía la idea, porque me chocan los puntos finales de las personas que queremos para siempre. No te escribo porque crea que es un buen modo de que descanses, o de dejarte ir, porque te quedas tan dentro de mi que creo que nunca te iras, que nunca te dejaré. Escribo porque creo que es lo que tú me hubieras pedido hacer. Escribo porque siempre creíste que era algo para lo que yo servía... Te escribo porque a lo mejor así sigues estando aquí conmigo. 


Escribo porque eres la única persona con la que quiero hablar ahora. Escribo porque hay cosas que se verían mejor desde tu perspectiva... Y porque aún no estoy lista. Aún no me parece real, aún miró el teléfono con la misma esperanza de que vuelvas a llamar, aún no creo en el punto final. Y te escribo con la esperanza (o la ingenuidad) de creer que tú me lees, si existe un vació en el tiempo o universo desde dónde eso es posible, creo que lo haces, o lo harás.

Y te cuento que en la ausencia todas las canciones están llenas de ti, que todas las conversaciones tienen algún recuerdo tuyo, que todas las lagrimas han llevado algo tuyo, pero también muchas de las sonrisas... Te cuento que he llorado, aunque tú no soportabas que llorara, que he estado llena de silencios y ausencias, aunque tampoco te gustaría, y que otros muchos como yo han llorado y sentido terriblemente la falta de ti (lo creas o no) Pero también que me han rodeado amor y comprensión, de silencios que acompañan y palabras que han significado mucho, y tal vez eso sí te gustaría. 

Te escribo para contarte que te extraño infinitos, que no lo entiendo aún, que me sigue pareciendo irreal, que tu ausencia es aplastante... 


Te escribo para decirte que te has quedado en todo, en las luces, en las risas, en las canciones, en los videos, en las películas y las rosas, que estas en las conversaciones, las estrellas y las noches... y que a veces es insoportable, pero también las veces es reconfortante, porque de algún modo te quedas conmigo... Porque me quedo con el fragmento del poema (Oye mis pasos en tu corazón./ No me he ido, solamente paseo dentro de ti), porque me quedo con la sonrisa de la última vez que hablamos, porque me quedo contigo en mi corazón... Y no estoy lista, y no lo acepto, y no lo tolero, pero entiendo eso, entiendo que tienes que estar conmigo de otro modo y que no puedo luchar más contra eso y qué tú no me dejarías estar tan triste.

Te escribo, querido Mauro, para contarte que me haces falta. Pero también (y sobre todo) para decirte que te quiero igual, y te quiero igual porque te quedas aquí conmigo, porque sigues aquí, en algún lugar de mi, en ese sitio raro en mi corazón que es más grande que el hueco de la perdida. Que te quiero... siempre y que me chocan los puntos finales de las personas que queremos para siempre.











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