Nostalgia y escribir
Empece a tomar el taller de escritura en la búsqueda de volver a encontrarme, de liberar mis palabras, de que mi cabeza ya no estuviera llena de voces. Y funcionó, porque volví a escribir, por que tuve ideas, porque aprendí de mi misma muchísimo.
Mis compañeros de taller tienden a la reflexión, a la contemplación, a las situaciones cotidianas, a la nostalgia... Yo tendí a la fantasía, a lo irreal, a lo divertido y anecdótico, más a la ficción pura que a lo introspectivo.
Ayer en clase leyeron un cuento con un final más bien triste, luego nos contaron la historia detrás de él, la historia real de Maite, y... de cierto modo sé que estuve ahí, en una historia de una terrible perdida, en dónde estaba el año pasado. Y esa nostalgia, que nunca estuvo en mis cuentos, estuvo en mi. Y tuve que replantearme muchas cosas de mi propia escritura.
Quien me leyera aquí me encontraría tremendamente nostálgica, quien viera mis cuentos me llamaría imaginativa, aunque mi hermana jure que también tengo momentos oscuros... A lo mejor quien leyera ambas cosas no sabría decir. Yo misma no lo sé a veces, creo que nací con más nostalgia que otros, pero que al contar historias no suelo ir por ahí, o el menos ya no.
Al escribir me descubrí, me conocí, me comunique... Y, como aquel día que di una clase de medieval corta porque temía contagiarle mi tristeza a mis alumnos, no quise que mi nostalgia se quedará ahí, en los cuentos que podían leer otros, en la fantasía que me parecía mejor, en las cosas bonitas y sonrientes, esas que también tengo dentro, que merecen contarse para hacer llevadero lo otro.
Elegí escribir sobre algo más, o disfrazar mejor esa nostalgia, y decir lo otro, contar los otros cuentos, los que están en mi cabeza y contrarrestan esa tendencia nostálgica, esos que se cuentan para ver una luz en otros. Esos, como el que amo Wendy, que son más que una añoranza de algo.
Ayer en clase leyeron un cuento con un final más bien triste, y me llene de nostalgia. Nostalgia de ti. Y quise escribir cosas nostálgicas... Y no pude. No quise al fin. Porque la nostalgia no se contrarresta con nostalgia, porque las historias tristes no te reflejan, no reflejan a los que amo, no son las historias que les cuento y les escribo. Porque soy más que mi nostalgia.
A lo mejor decidí escribir por esa nostalgia que llevo dentro... A lo mejor cuento historias para compensar mi introversión. A lo mejor, cuando entendí que era mejor escribiendo que hablando, elegí las historias que contaban las otras emociones, la ficción que llenaba más, la fantasía que compensaba. Elegí dejar la nostalgia en la orilla, y dejar que las historias la convirtieran en otra cosa.
Ayer en clase leyeron un cuento con un final más bien triste... Extrañé. Sentí nostalgia. Y me decidí escribir una historia feliz, mágica, una que te hubiera hecho sonreír, que aún haga sonreír. Que no llene a los otros de nostalgia. Que no me recuerden lo perdido, sino lo aprendido.
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