Crónica de una ponencia
En algún
momento pensé que lo último que quería hacer era dar una ponencia, la
perspectiva de tener que hablar enfrente de tanta gente me paralizaba, tenía
más ganas de huir que de otra cosa. Pero... sería una absoluta mentira negar
que una pequeña parte de mi si quería hacerlo, si quería leer esa ponencia.
Trabajamos
en ella por tres meses más o menos, y digo trabajamos porque detrás de todo eso
estuvo siempre Aurelio, ayudándome a encontrar el título, diciéndome por donde
empezar, haciéndome investigar y leer todo lo inimaginable, corrigiéndome cada
vez... Fue mi trabajo, pero también suyo.
Y también
fue un trabajo con Wendy, que me brindó el fragmento clave del Hitopadesha,
para que pudiera trabajar, que revisó uno de mis borradores y que conversó
arduamente conmigo sobre el trabajo... pero sobre todo porque esta dispuesta a
trabajar conmigo para convertir esta ponencia en un proyecto mayor y mejor.
Ahora
pues... no quería hacerlo, tenía el estomago lleno de mariposas, el corazón
latiendo a mil por hora y no paraba de decirle a quien me preguntará “estoy
nerviosa”... y realmente lo estaba, me encontraba aterrada, aunque todos
insistían en decirme “tú tranquila, todo saldrá bien”... Tal vez lo que me
tenía más nerviosa, aunque al mismo tiempo era lo que más me motivaba, era que
Aurelio estaba ahí para verme.
Cuando Ana
Bognolo me cedió la palabra yo estaba haciendo un inmenso ejercicio mental para
no derrumbarme, para no paralizarme; tenía que seguir... empecé a leer sin
saber si los nervios me traicionarían (que más o menos si lo hicieron), sin
atreverme a mirar a mi público, aunque sabía que estaban muchas personas
maravillosas para mi, me mantuve leyendo... Sólo levante la mirada contadas
tres veces, y en todas lo único que hice fue buscar la mirada de Aurelio.
Necesitaba su aprobación.
Fue
tremendamente liberador terminar, escuchar el aplauso del público, buscar las
miradas conocidas, los gestos de aprobación, las sonrisas amigas... He pasado
la prueba. He sobrevivido. Y aunque entre las críticas hubo un acuerdo casi
general de que “leí rápido” en general hay interés, aprobación,
felicitaciones... con el tiempo hay más comentarios que me animan, más “lo
hiciste bien”, “tu tema estuvo muy interesante”, “tu investigación fue muy
puntual”... Xiomara, Elami, Paola, Emiliano, Karen... especialmente Tere Miaja
y su felicitación-comentario que era importante para mi.
Los abrazos
bien fuertes de los amigos queridos justo después de la mesa, la paleta que me regalaron Ana y May... Y
Aurelio dándome la mano con fuerza y felicitándome, aunque también regañándome,
pero estando orgulloso de mi, de mi trabajo, sonriéndome... Eso fue lo más
valioso.
Triunfe a
la prueba, fui valiente, muy valiente... y me atrevo a decir, que tal vez lo
volvería a hacer.
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