Ficción y realidad

No era real. Y yo lo sabía. No era real, por más vueltas que se le pudiera dar al asunto. No era real, tal vez nunca lo había sido, tal vez nunca lo iba a ser.
 
No era real, ni al inicio, ni cuando más lo quise, ni cuando más lo necesitaba fue real... No era real aunque me esforzara, ni aunque lo deseara. No era real.
 
No era real el juego. No era real aquella mirada. No era real la cercanía. No era real el beso... ni siquiera eso.
 
Aurelio me dijo una vez que los hombres son cobardes y creo sinceramente que es así, pero eso no me hace menos cobarde a mi que me negué a ver lo que era no real, que quise taparme los ojos y seguir intentando, que me quise jugar el alma en algo que no podía ser.
No era real. Y yo lo sabía.
 
Lo supe en diciembre cuando mis palabras se toparon con silencio y evasivas. No era real.
 
Lo supe en enero, cuando jugábamos a evitar lo que había pasado, a evitarnos y disfrazar los silencios. No era real.
 
Lo supe mas tarde, cuando vinieron a advertirme, porque en el fondo algo me advertía que podía ser verdad. No era real.
 
Lo supe cuando la mencionaste a ella, cuando jugaba a tapar esperanzas y tú a dejar todo al aire, yo tenía la batalla perdida. No era real.
 
Lo supe antes de España, aún cuando eras tú quien más estaba entonces.... No era real.
 
Lo supe tras España, cuando la distancia nos había carcomido en añoranza, especialmente a mi, cuando los cambios eran notorios y tú las andabas buscando en cada mirada. No era real.
 
Lo supe con el coqueteo del verano, con los cumplidos, con las insinuaciones y esas sonrisas que decían más de lo que habíamos dicho antes, con esos toques, esos minúsculos acercamientos que no existían hasta entonces, y que venían cargados de electricidad. Los vivía, los saboreaba y me sentía grandiosa con ello, aún ignorando  los espacios que había entre todo... No era real.
 
No era real el beso, o quizá fue lo más real que hubo, quizá fue uno de los instantes más auténticos, así no tuviera el mismo significado para ambos, así yo supiera eso... "Si te hizo feliz no cuenta como error" y lo tomo así, porque ese instante me hizo feliz, porque ese fue un instante que no podían arrebatarme, porque el sabor del instante, de nuestra pequeña ficción, no podían quitárnoslo, porque eso si nos pertenecía a ambos.
 
Las palabras, los secretos, las confesiones, los abrazos, la despedida ¿eran reales o sólo un pedacito más de esa ficción fingida en la que nunca supe si quería verme enredada? y si lo eran... ¿no había en esa ficción un poquito de belleza, un poquito de ternura, un tantito de realidad? No lo sé.
 
No era real. Y yo lo sabía. Aún cuando más lo quise, aún cuando más lo necesite, no era real... era un poquito de ficción de la que quise apropiarme, era un poquito de "tú me gustas" que no quería que quedará en eso, era un deseo incomprensible de no quedarme sólo como esa "mejor amiga" perdida en la niebla.
 
No era real, pero se llegó a sentir real, lo viví como realidad y eso no era justo, no era justo para mi, ni lo era para ti, aún si no lo sabías o aún si jugabas sucio con todo eso... No éramos ya más... éramos esa ficción que no podía ir más lejos. No era real...
 
Por eso usaré la distancia como escudo, por eso me atragantare con mis palabras, por eso me arriesgaré a esta confesión: Tal vez ya es hora de que te deje ir.
 
No era real. Yo lo sabía. Pero por un momento, pese a todo, me hizo sentir indestructible.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares