Crónica de un cambio anunciado.

Hoy terminamos la mudanza de la oficina de Aurelio.
Y es una sensación inexplicable, todo esto ha sido triste y novedoso, injusto y raro, ha tenido de todo, principalmente sentimientos tristes. Y no ha sido fácil para ninguno.
Sin embargo, nos ha dado oportunidad de descubrir muchas cosas, de compartir otras.
Recordamos, por ejemplo, el primer día que entre en esa oficina, el día que le pedí a Aurelio que fuera mi director de tesis, y fue sorprendente la claridad con la que ambos tenemos grabado ese día, lo extraño que nos resulto, lo aterrada que estaba, lo importante que fue.
Recordamos Coloquios y congreso por los que pasamos, personas que dejaron algo en esa oficina. Y aunque muchas veces evitamos hablar o ponernos sentimentales, permitirnos tristeza, hubo un momento inevitable en que hablamos sobre la partida, sobre el cambio. Tal vez ambos jugábamos un poco a evitarlo para no llenar de tristeza al otro, al menos yo sí, como si eso pudiera protegerlo.
Recuerdo muchas cosas sobre ese lugar. El primer día que fui. El día que lloré por primera vez ahí. El día que Aurelio me dijo que sería su becaría... En esa oficina aprendí a escribir ponencias y artículos. En esa oficina descubrí que quería hacer con mi vida. En esa oficina tuve algunos de los mejores días de mi vida. Esa oficina describí en un taller de escritura de Lorena como mi lugar favorito. Por lo tanto no me es fácil el cambio, de inicio me resultó un golpe.
Pero hoy hemos terminado de mudarnos. Y la oficina se ha quedado vacía. Y al estar ahí, sin los carteles, sin los libros, sin las plantes y los alebrijes y las chucherías, sin Aurelio, algo ha cambiado. Y ya no me ha parecido tan triste... Porque en todo lo que hemos empacado, adentro de todas esas cajas que hemos llenado y vaciado en las últimas semanas, también hemos empacado los recuerdos, también hemos empacado lo que hemos compartidos, lo que hizo de ese espacio mi lugar feliz.
No es fácil, no ha sido fácil llegar a este punto, ha costado, física (he empacado y cargado tanto que mis brazos duelen y mis piernas se han tambaleado) y emocionalmente (he retenido lagrimas al punto de ahogarme en ellas), pero de cierto modo lo acepto.
Dice la canción de Gabrielle Aplin; "As long as we're together, does it matter where we go?" y entiendo... La vida, la felicidad, los grandes momentos, la excelente relación con mi jefe, los descubrimientos, los recuerdos y los momentos felices, son más que una oficina.
Somos más que una oficina. Somos más que algo que puede empacarse. Siempre más.

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