¿Miedo?
Me pareció
muy ingenuo que creyeras que no tenía miedo, la sorpresa con que me miraste al
usar esa palabra... “pero tú no tienes miedo” dijiste y entonces me sentí más
sorprendida yo que tú.
Y no es que
no tuvieras argumentos increíbles o muy coherentes, especialmente porque en ese momento
hablábamos de mi viaje y de que quería ser escritora, pero me costaba entender porque lo veías así... Para ti que yo fuera
capaz de cruzar el mundo significaba mucho, pero sobre todo que estuviera
dispuesta a probar mi suerte en el mundo de la escritura, que enviara textos a
editoriales o participara en concursos eran muestra de que no tenía miedo, eran
muestras valor.
¿Valor? Si,
creo que si podíamos hablar de eso. Pero eso no significa ausencia de miedo,
tal vez justamente lo contrario.
Tal vez era
pedir mucho que tú lo entendieras, tal vez era buscarle demasiado e intentar
meterme demasiado dentro de tu cabeza o esperar que tú te metieras demasiado en
la mía, no lo sé... Pero lo cierto es que me costaba entender porque creías que
no tenía miedo, porque te sorprendía tanto que yo lo hubiera mencionado.
Porque la
verdad es que tengo miedo, mucho miedo, me aterran más cosas de las que me
atrevería a admitir y más de las que casi quien sea podría descubrir. Tengo más miedos de los que me son posibles enumerar, sin embargo,
y quizá es exactamente lo que ves tú, lo que tuviste claro en ese momento, tener tanto miedo implica también tener
mucho valor y también demasiada fuerza.
Porque para
lograr algo pese al miedo, para dar ese paso por encima del miedo, para derrotar a esa larga lista de terrores, se necesita
el doble de fuerza, se necesita el triple de valor... Tal vez eso viste en mi,
tal vez eso crees que soy, tal vez viste el valor y la fuerza... Me gustaría quedarme sólo con eso.
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