FILIJ: Maite y Lorena.
Cosas
curiosas me han pasado en la vida, especialmente en mi carrera (inicial y
pequeña) como escritora, quiero hablar ahora de dos eventos en particular, o
más bien de dos personas significativas, dos escritoras: Lorena Amkie y Maite
Carranza.
A ambas
escritoras las conocí en la FILIJ (Feria Internacional del Libro Infantil y
Juvenil), en momentos diferentes, a Maite en 2012 y a Lorena en 2014, hace
apenas unas semanas, pero su paso por mi vida, aunque corto, fue trascendental.
Cada una a su modo... Resultó una importante influencia en mi vida como
escritora.
El curso
que acabo de tomar con Lorena fue increíblemente esclarecedor, lleno de
enseñanzas, de visiones, de pronto todo me parecía más motivante; tal vez lo más
bonito fue reconocer mucho de mi misma en sus palabras, en sus historias, en
sus ganas de escribir. Y de pronto el mundo de todos ahí se centraba en eso, en
llenarnos de las palabras de Lorena, en contarnos nuestras historias, en ese
extraño permiso que estábamos esperando de alguien para no seguir siendo “raros”
por leer y escribir literatura juvenil.
Una de las
cosas que comentábamos, al menos que comenté con Mariana y Daniela mientras celebrábamos
el post-curso, es que era bonito poder decir “sí, Harry Potter es uno de mis
libros favoritos” y que nadie te tachará de raro o de estar mal. Eso tuvo el
curso, de eso trato todo al final... de libertad. De escribir lo que nos
viniera en gana, de plasmar lo que somos y pensamos, de ser auténticos. De algún
modo, Lorena me hizo sentir bien por ser autentica, por ser escritora.
Conocí
personas, vi cosas nuevas, leí, reí, compartí... encontré mis cerezas (esa era
nuestra metáfora), supe lo que quería, lo que podía lograr... Fue el mejor
curso del mundo. Lorena fue invaluable.
Con Maite
el cantar fue diferente, a ella la conocí en una presentación de libro, de Palabras
envenenadas, su libro, uno de los mejores libros del mundo. Yo llevaba años
leyendo lo que escribía y nunca se me había pasado por la cabeza conocerla, por
eso mismo, el día que llegué a la FILIJ hace dos años y vi su nombre en el
programa de actividades ni siquiera pensé realmente en verla, era extraño. Pero
claro que terminé ahí.
Recuerdo
llenarme con las palabras y las historias de Maite, recuerdo sentir que le debía
algo por crear un mundo con palabras, recuerdo sus preguntas, recuerdo hablar
ahí de cual era su libro y mi libro favorito de su trilogía, recuerdo sentir
que conectaba, que quería ya nunca soltarla. Entendí que vivía en ese mundo de
historias, de palabras y verdades al que yo quería pertenecer y la adoré por
ello. Pudimos tomarnos fotos, conversar, acercarnos. Y fue reconfortante.
Por eso
mismo no dude en buscarla en Internet, leer su blog, buscarla en facebook...
que ella siga, aún ahora, en mi vida es lo mejor que me puede pasar. Me deja
escribirle, contarle, preguntarle, más de una vez ha sido como una guía por el
mundo de los libros y las letras, me alienta, me ayuda a no tener dudas o
miedos. Maite de pronto se convirtió en una especie de mentora, aunque no la
vea, aunque ella no me vea. El recuerdo y las palabras alcanzan.
Algún día
me gustaría poder mirar atrás y sentirme parte de su mundo; algún día me gustaría
poner en un libro “Para mis mentoras literarias: Maite Carranza y Lorena Amkie”
Lo que
puedo decir es que, la FILIJ me regaló algo invaluable, me dejo acercarme a dos
mujeres extraordinarias que me han ayudado como pocos, que me han motivado...
De maneras muy diferentes y tal vez también por tiempos muy diferentes, han
sido guías, mentoras, acompañantes de mi camino... y me siento orgullosa de
esos momentos, de esas enseñanzas.
Gracias
Maite. Gracias Lorena. Gracias FILIJ. Gracias letras.
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