El camino al futuro.

 
De un tiempo para acá me regresó una vieja preocupación: el futuro, el qué sucede con mi vida. Y digo regresó porque es la misma preocupación que tenía cuando recién salí de la facultad y cuando mi vida era tesis y servicio social. Misma preocupación que parecía alentada por las preguntas y la presión de todo el mundo. Misma preocupación que Aurelio me fue barriendo con platicas y confianza y de la que creí haberme librado para siempre tras irme a España... Pero, ¡oh desgracia!, resultó que ese asunto no estaba tan exorcizado como creía.
 
Justo saco esto a colación porque ayer platicaba con mi mejor amigo del asunto, él me cuestionaba que me pasaba y una de mis grandes confesiones fue "Es que no sé que sigue" y que brutal fue admitir que había vuelto a eso, al mismo cantar de antes que no me dejaba sólo ser y disfrutar lo que es. Futuro vs. Presente.
 
Y entre lo que dije, y pienso aún, están los demás. El mundo que me rodea, que parece que de un tiempo para acá no hacen más que preguntar que sigue, que presionar sin saber, que dilucidar mi futuro de una vez, siempre el famoso "¿Y la maestría cuándo?" sale en las conversaciones más inocuas, ya sea con conocidos con los que cruzo de tanto en tanto en el Colmex, ya sean amigos, o bien aquellas personas que vi una o dos veces y que en un reencuentro casual, un congreso o algo así, lo preguntan como si fuera el "¿cómo estas?" de rigor. Y siempre era como si hubiera un reloj en su voz diciendo "tic-tac, tic-tac, es tiempo de maestrías, tic-tac, tic-tac"
 
Uno de mis más queridos amigos, uno de los poquísimos a los que les he hablado del asunto, mencionó con su afán de no-enloquezcas-que-me-pones-de-nervios, que si me preguntaban es porque todos saben que soy lista y piensan que lo normal es eso, que siga con la maestría y todo eso, porque tienen confianza en mi y en mi inteligencia y capacidad, al menos él si. Ese fue su argumento. Y no lo contradigo, lo entiendo perfectamente. Y me siento halagada y agradecida con él.
 
Pero el asunto es más que eso, todos ellos creen y esperan... ¿y yo?... La realidad es que en mi ser de escritora un día dejo de encajar todo tan bien, un día la maestría, ese algo que yo daba por sentado casi desde que empecé a estudiar letras, no encajaba tan bien en el plan. Y decidí postergarla. Y decidí pararme frente a mis papás para decir que aún no... Y decidí que todo iba bien como estaba: escritura, becaría, Colmex, a veces baile... un mundo chiquito tal vez, pero un mundo que controlaba bien y dentro del que me movía bien. Un mundo que podía hacer crecer, pero que aún así encajaba en el plan de escritora. Y entonces, con eso claro, por supuesto que pensé en la maestría, en las letras, en las caballerías, en cosas así y eso me pareció bien... Y entonces, el mundo empezó a presionar. Y ya no iba todo bien.
 
Fue hasta que leí una de las múltiples reflexiones de Lorena, que me sentí un poco más clara, que se me ocurrió que todo este asunto del futuro, de las metas, del tic-tac-ahora-te-toca no tenía que ser así. Que no tenía porque desdeñar ni la maestría, ni los buenos deseos, ni las expectativas y menos aún a las otras personas, pero que se valía decir "esto no es para mi", "no me toca ahora" o más bien "no lo quiero ahora". Y que no esta mal eso. Nadie me va a dejar de querer por eso. Nadie tiene porque ofenderse por eso.
 
Y a lo mejor tengo que separarme de todo un día, recordar ese momento en el punto más alto de Laguna de Duero, recordarme en el tren a Córdoba o ese vuelo a Varsovia, y poder decirme de nuevo "esto es lo que eres, y esta bien". Recordarme  que el camino que he andado es mío y de nadie más, que el camino que viene también, que nadie puede elegirlo por mi y que las metas (llámese Maestría, libro, vida social o lo que sea) son validas, pero también lo es (y probablemente más) el camino que se anda entre ellas. Lorena diría: "¿A qué me he dedicado? A tenerme a mí misma. A recorrer mis senderos, que acaban en otras partes". Y yo diría algo diferente. Y Maite, mi invaluable mentora, diría algo sumamente poético también. No lo sé.
 
Al final, lo único que tengo en claro es que el futuro no puede seguir apabullándome. Que es hora de sentarme una vez más conmigo misma y aclarar las cosas. Y es tiempo de decirle a los otros "Gracias, pero no" de decir que no es lo que me toca ahora, que no es lo que quiero ahora. Tic-tac, tic-tac... no me presionen con el futuro. El camino es mío. ¿Y por qué no habría de andarlo a mi modo?
 
 

Por aquí dejo la reflexión de Lorena, nada más por si alguien lee esto y le interesa saber que es lo que me mueve esta vez:  http://www.sinembargo.mx/opinion/31-08-2014/26830

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